Enseñar a distancia
- angiemrtz1
- 26 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Hace, tal vez, una semana y media, mi jefa envió una imagen al grupo de whatsapp donde estamos todos los maestros que trabajamos en la escuela de inglés, y decía algo (que en inglés tienen más sentido) como "la cuarentena no es un descanso para los maestros, es lo que te rompe el corazón" (the quarantine isn't a break for teachers, it is a heartbreak), mejor en inglés, ¿no?
Bueno, el punto es que aunque entendía el punto, en realidad todavía no me golpeaba la realidad de que, tal vez, no vuelva a ver a mis lindos niños (que también me vuelven loca todo el tiempo) hasta dentro de 2 meses, o más.
Estos últimos días había estado tan centrada en "mis" cosas, que se me había olvidado todo lo que no tuviera que ver con la escuela y los trabajos que tengo que hacer para que mi semestre valga. Y entonces, luego de un descanso de las clases en línea de dos semanas (por vacaciones), caí en cuenta que nada es lo mismo, pero el espíritu de los niños sigue intacto. Antes, como maestra en área "junior" (desde kínder hasta primaria) la mayoría del tiempo, así estuviera teniendo el peor día del mundo, con tan solo llegar a ver la cara de alguno de ellos y que me invitaran a jugar o me platicaran qué habían desayunado ya habían cambiado mi ánimo a "excelente". Y es precisamente eso, una de mis cosas favoritas de ser maestra, más allá de lo gratificante que es ver a los niños crecer contigo, y lograr cosas que a veces suenan inimaginables, ser maestra es tener la oportunidad de conocer el espíritu del niño sin muchos límites ("muchos", porque siguen existiendo las reglas dentro de la escuela, y muchas veces los niños se limitan a lo "esencial").
Me vuelve una persona feliz y orgullosa decir que esos pequeñitos de la imagen son "míos" y, aunque sí, efectivamente la cuarentena me rompe el corazón en ese aspecto; haber asumido el reto de llevar a cabo la educación a distancia en un tema tan común, pero a la vez tan delicado, como es aprender cosas nuevas desde la distancia, implicó mucho miedo e inseguridad para mí, pero estoy contenta.
Seguimos aprendiendo sobre la marcha... ellos inglés, y yo de la vida (y cómo utilizar plataformas de videoconferencias).
Y, como nota final, no olviden nunca que los niños, aunque están aprendiendo a vivir, tienen conocimientos geniales sobre lo que es la vida. Más allá de nunca olvidar "cómo ser" un niño, jamás se olviden de valorar a sus niños (aunque no sean "suyos" como tal, los niños que los rodean). Los tqm.

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